domingo, mayo 28, 2006

1. Bucólico / 2. Sólo en la Gran Ciudad

Miro al cielo: Despejado. Un calor que no recordaba yo en estas fechas; En estos parajes.
He descubierto que no he perdido el sentido del olfato. Anoche, cuando caminábamos rumbo a ese bar, descubrí que los árboles siguen oliendo a planta. Verde. Fresco. La alergia no era la culpable de que todo me oliera a nada, a Gris. Era la polución que nos acompaña todos los días por las calles soñadas de mi Madrid.
Yo, que soy tan sensitiva, que todo lo percibo con los cinco sentidos (Aristotélicos?), me estaba atrofiando mental y físicamente en ese cubo cerrado que creemos lleno de aire.
HUMO.

La hierba es verde y las sombras sólo un poco más oscuras. Si me meto una ramita en la boca me sabe a césped, no a cemento ni brea.
Llevo todo el día sin lavarme las manos. Salí de casa con una manzana en ellas que apenas había pasado por debajo del grifo, la sequé con mi palma y después sacudí mis dedos, mojados de sus restos, al sol. Cogí ramitas, cogí el folleto que me daban a la entrada de la fiesta a la que me invitaron, saqué decenas de fotografías y aun así me atreví a comer en el lunch con esos mismo "cubiertos" que de normal siento constántemente sucios, secos.
¡CONSTÁNTEMENTE ENFERMOS!
Y sin embargo, moriría de sobredosis de sensaciones si me quedase aquí para siempre.
Es tanta la percepción que tengo en este lugar, que cuando mis días consistían en chocarme con las paredes que delimitaban este espacio finito para matar los minutos eternos, perdí lo que pude la vista por intentar ser más ajena a lo que me rodeaba a diario y no me dejaba escapar.

Pero una vuelta a la VIDA de mis sentidos de vez en cuando me hace incluso recuperar la memoria de este trajinar fugaz que me llevo últimamente (quien dice últimamente dice un año... ya...) en el hermetismo que dibujan las calles inodoras (incoloras e insípidas? más vale que no cuando las buscas con ilusión) de la gran ciudad.

Una vez escupí:

En Madrid la polución
acaba con las estrellas
bajo el humo de la mediocridad.
O corres más veloz que la luz
o sucumbirás en el murmullo del sonido.
El ruido no deja restos.
Las estrellas se desvanecen.

Pero esto fue antes, cuando todavía creía que sucumbiría en el murmullo del sonido.
Ahora sólo echo de menos parar e inspirar...

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A propósito del disco que estoy escuchando.

Digo, Serge Gainsbourg. Tú que eras tan poco agraciado físicamente, por no decir feo. Tú con tu voz sucia y tus orejas simiescas... ¿cómo lo hacías para ser tan irresistible? ¿Cómo lograbas hacerte escuchar? ¿Qué ofrecías para hacerte querer?
¿Dónde estaba tu encanto grotesco?
¿Dónde las buenas formas de tu público "normal"?
¿En qué momento lograste que te admirasen por tu obra sin dejar de lado ese carácter?

¿Cómo conseguías de los labios de Jane y Brigitte esos susurros del je t'aime...?

Oh.
Está bien, no hace falta que contestes...

Ya lo entiendo todo.

"It's a requiem for a jerk"

martes, mayo 23, 2006

La rabia


Se ven sonrisas pintadas en la cara mientras los ojos (delatores) se ocultan tras cristales oscuros.

Se ven caricias mientras palabras golpean dos veces.

Se ve ninguneo. Se ve miedo a ser como una es.

Se ven lágrimas que tiemblan en las manos.

Se ven suspiros nerviosos contenidos en apneas.

Se ven golpes de bañera.

No sé si ellos todavia no los ven.

Y te arrancas ese gesto de tu cara con tu palma del revés. Te levantas. ¡No hay placer! y no escupes en su cara. No le pisas con el talón donde más le vaya a doler. Sólamente caminas erguida y te alejas. Y te vuelves y le lanzas esa boca que él te había arrebatado hasta entonces. Ya no la quieres. "Puedes quedártela si es eso con lo que te hacías las pajas".



Si todas ellas vencieran el miedo que les impide mirarles a los ojos... quizá fuesen ellos quienes esta vez se mearan encima con el tormento que lanzan en cada pestañear.

Se acabaron las sonrisas pintadas en la cara. Los ojos ciegos.

La rabia

[...Baby, baby Ain't it true /I'm immortal When I'm with you / But I wanna' pistol In my hand
I wanna' go to A different land...]


domingo, mayo 21, 2006

En el abismo


Trato de entender todo lo que veo.
De ver todo lo que oigo.
De oir todo lo que trato.

¿Capaz de aislar los sentimientos de lo que percibes? Y aun hay quien dirá que no es frivolidad.

A veces, cuando has puesto toda la confianza en algo creyendo que hacías bien y de repente te encuentras con la espalda al borde del precipicio sin querer mirar abajo, una de dos: o cierras los ojos y esperas a que sea el viento quien decida hacia donde va a oscilar tu cuerpo, o das un paso al frente y, apartando a quienes te acorralaron hacia esa línea, sigues caminando a tu aire con la cabeza todo lo alta que aun te sea posible y quizá ya ajena para siempre a esas sombras que ahora tratan de olvidar que hacía unos segundos todavía miraban cómo te tambaleabas en el borde de la nada.

En fin.
¡Duele tanto dejar de ver (con los mismos ojos que antes mirabas) la amistad incorrupta, la belleza de las risas que creías amables y verdaderas, los abrazos que sentías reales, para darte de bruces con la realidad...! Duele no querer retomar lo que antes tanto disfrutaba: la CONFIANZA, cuando esta ya murió.

Y entonces la pompa de jabón explotó y al dar el aire en lo que había dentro, las cosas más preciadas empezaron a oxidarse. Y se corroía aquella ilusión que yo creía real.
Creía que nunca me sentiría fallada por alguien así. Lo creía tanto que me quedo sin palabras, que soy incapaz de manter una mirada amable mucho más tiempo de lo que dura un "¿qué tal?". Lo siento... pero NO.

No daré clases de moralina de Caprabo.
No soy quién para decir cómo se debía actuar.
Sólamente expreso mi decepción ante el derrumbe de mis estructuras mentales del concepto.

(...pero ¿cómo lo iba yo a imaginar?...)


"sometimes I feel that I don't have a partner. Sometimes I feel that my only friend is the city I live in"

jueves, mayo 11, 2006

VUELVO. -Mi maleta, una historia-

Querido Nadie:

(Como escribían antes nuestros abuelos)



TENGO PROBLEMAS CON LA PUBLICACIÓN. ESTE PÁRRAFO ANTES ESTABA ENTERO. YA NO RECUERDO QUÉ PUSE Y TODO ME SUENA FEO AHORA

<<[...] pe
ro, querido tío, Adolfo y yo creemos debe saber que Josefina abandonó la casa hace unas semanas y sus cosas todavía están en la calle. No se lo comunicamos antes ya que madre temía por su salud ahora que quedan pocas semanas para que vuelva de nuevo a Madrid. [...]
No hay día en que no piense en usted. ¿cómo se encuentra?>>

Esta mañana había decidido que volvería a este lugar virtual (mi lugar). Quería hablar de un mendigo que coincidió cerca de mí el otro día en el metro, de su hedor y los gestos desconfiados que ofrecía ante el vacío que se formaba en torno a él, del saxofonista que cubría los silencios inconclusos de una tarde de indecisiones y miradas perdidas que volvían a encontrarse... de todo lo que había encontrado en mi salto al vacío de estas semanas perdida lejs de este sitio. Sin embargo, hoy al mediodía me encontré con el equipaje que dejó una tal Josefina aquel día que abandonó su hogar y una historia no vivida me ha venido a la cabeza.

Sus cosas seguían en la calle, cubiertas del polvo que se había acumulado sobre ellas con el paso de los años: los muebles deshechos de carcoma entreabiertos y cedidos de soportar la humedad, los libros en inglés de esos viajes junto a su marido por los difrentes lugares del mundo que marcaba su pasaporte (aquel librito de quien tanto amaba que ella guardó junto a sus objetos más valiosos, siempre al lado izquierdo por ser el lado del corazón, hasta el día en que se fue). Allí continuaba la propaganda de cuando todavía era joven y soñaba con tener una lavadora mejor que la anterior y sus postales marcando páginas de cuentos que quizá nunca llegó a terminar de leer.
He pasado junto a este tesoro y he deseado que nadie tocara semejante estatua llena de historia en el tiempo que tardase en salir de clase tal y como nadie se había atrevido a hacerlo hasta que el marrón claro de su maleta llegó a tener ese tono negruzco que tomamos todos con los años.

Josefina se hartó de no ser igual que las azafatas que llevaban esas cartas que enviaba en sobres de reborde rojo y azul cuando él estaba lejos. Se cansó de volar sin ser ella quien decidía a dónde. Miraba las fotos de las jóvenes guapas que anunciaban esas aspiradoras que en España tardarían en llegar y se negaba a seguir arrodillada fregando el suelo frío que cubría su casa. Su familia estaba lejos y él tan sólo en forma de fotografía sobre una solitaria mesilla de noche.

Se fue. Nunca se supo si llegó a ser feliz subida en un avión o aprendiendo inglés en su América soñada. Él encontró sus cosas en la calle y no las quiso tocar. Volvía de un viaje largo y confió que si dejaba las cosas como ella las dejó al marchar, algún día volvería para recuperar lo que había olvidado.

<<...¿cómo se encuentra? espero que en las dos semanas que le quedan de estancia en Pakistán haya mejorado salud...>>

Pero ella no volvió, y la pegatina con destino Torrelavega que había pegado ella en su maleta siguió en esa callecita hasta que yo me la encontré.

Él murió dos años después. 1957.

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He vuelto. Josefina no volvió. El astronauta desapareció entre polvo de escombros.

Vuelvo con fuerzas para soportar el peso de los años que me están rodeando y que pienso almacenar en esta maleta para que no pese tanto sobre mis espaldas menudas.





Fuera sopla el viento,
fuera está lloviendo,
un aullido aterrador...
...Todo lo que siento,
Llueve desde dentro...

En sólo un segundo
He comprendido lo que importa y lo que no...