domingo, abril 29, 2007

'Miss Mara'


Ella, como el resto de sus compañeros del mundo del circo, están marcados por el nomadismo. Mara Papadopoulos Vaquero nació en un camerino del teatro de San Fernando de Cádiz, cuando su familia, de orígenes griegos y rumanos y de varias generaciones de artistas, tenía el circo Florida. Su padre y sus tíos hacían números con las fieras. Miss Mara y sus siete hermanos se decantaron por otras especialidades, como el trapecio o el alambre, técnica en la que los famosos Tonitos (sus hermanos) destacaron internacionalmente y arrancaron muchos aplausos en el Price.

Cuando era pequeña no me llevaban demasiado al circo. A mi madre no le gustaba el olor, la sordidez que acompaña a los nómadas y me decía que el circo era 'cutre', que los payasos no tenían gracia, que le daban miedo las fieras, que si quería fuese con mi padre; y mi padre me acompañaba pero como siempre se quedaba dormido y empezaba a roncar (lo hacía en el cine, en el teatro...) me enfadaba y me avergonzaba, así que pocas veces terminaba yendo a la gran carpa que instalaban en el descampado durante las grandes fiestas de mi ciudad. A lo mejor por eso, por quedarme de niña con tantas ganas de ver lo que ellos no me mostraban, siempre me ha atraído tanto la vida del circo.


"Más dificil todavía", y volaban por los aires sin un error y andaban por un alambre sin red debajo, columpiándose, contorsionándose... niños como yo, que eran capaces de hacer todas esas cosas tan difíciles, que vivían del espectáculo y viajaban de una ciudad a otra en caravanas. Vi un reportaje sobre ellos, esos niños que mi madre me decía "son incultos, no van a la escuela solo trabajan. ¿No te parece que eso es malo para los niños?" (mi madre y su santa educación basada en el razonamiento. ¡Qué mal me ha hecho el ser consciente toda mi vida y discernir entre 'lo que es' y 'lo que quisieras ser pero es imposible', ¡cuánta contradicción!) y me imaginaba pintándome la cara con brillantina y pintura blanca en los camerinos con ellos, ensayando horas sobre pelotas enormes y recibiendo clase en la caravana junto a las yamas y los camellos por parte de una profesora que reuniría a los pocos niños que vivieran como yo allí, entre los matojos de un descampado en medio de la nada.

El día que vino un pequeño circo de segunda categoría a mi pueblo donde los animales defecaban en el centro de la pista, la pequeña niña gitana cometía errores y la contorsionista se quedó trabada dentro de un cilindro metálico que marcó sus aristas a lo largo de toda su pierna desnuda, yo ya tenía unos 12 años. Llevaba años sin ver un circo. Salí del espectáculo (en medio de la función recuerdo que se había ido la luz) y me quedé apoyada en la reja que separaba sus caravanas de los edificios que entonces estaban en construcción mirando cómo desmontaban el espectáculo para irse a dormir. Los niños sabían perfectamente qué tenían que hacer y ayudaban como cualquier adulto. Y eran felices. Se reían y jugueteaban con las cosas que sacaban de la pista. Recuerdo que pensé: viven del espectáculo, viajan, montan una carpa ambulante... Y todo el día están haciendo gimnasia porque es su trabajo realmente (esto lo pensé porque entonces yo era gimnasta)... pensaba ¿Y por qué esto no está bien? ¿Por qué no es normal? (¡Quiero viajar con vosotros! ¡Quiero descubrir vuestra vida! ¿Qué sabes hacer? Poca cosa, apenas nada. Hago volteretas pero sé aprender, ¡llevadme! ¡Llevadme con vosotros! ¡Quiero vivir en la carretera y actuar delante de mucha gente diferente y esforzarme por que mi número sea perfecto!)
...

Pero aquello no era lo que estaba bien, (a qué aspiraban?!)
Aquellos eran unos pobres degraciados, pobres, sin una casa, sin un trabajo estable. Eran unos pobres desgraciados, pobres, sin una familia más allá de la pista, sin un teléfono, sin ciudad... Eran unos pobres desgraciados... decía mi madre ¡vamos! y volvimos a la vida rutinaria que es lo que tenía que aprender para ser una chica decente.

Mis padres son profesores.
Los padres de Miss Mara eran dueños de un circo ambulante.
Ella se colgaba del cuello y se lanzaba al trapecio de al lado. Se dejaba caer de las rodillas a los tobillos como un murciélago, boca abajo a 14 metros de altura.
Yo vivo a un metro por debajo del pavimento de mi calle.


Nacemos sin elegir dónde nacemos. Es la única cosa que hacemos sin tener control sobre ella a lo largo de nuestra vida. Incluso la muerte la podemos elegir.

Entonces, si puedo elegir, ¿por qué no elijo esto? ... ¿Tanto pesa lo que me enseñaron?





De pequeña me enseñaron a querer ser mayor. De mayor voy a aprender a ser pequeña.


Come pick me up






domingo, abril 22, 2007

CORTO ETERNO

ESCENA 1:INT. PISO - NOCHE
Una puerta 'beige', de madera, está cerrada al fondo de un pasillo infinito en un piso con poca luz. El sonido de una llave al introducirse en la cerradura al otro lado de ella da vida a la estática imagen. Se abre y aparece una chica de unos veinte años. Entra. Viene cargada con un bolso lleno de cosas, carpetas, libros, ropa... bajo el brazo. Su cara muestra cierto aturdimiento. Cierra la puerta con un pequeño golpe. Ensimismada deja las llaves colgadas en su sitio y avanza hacia la cámara atravesando el pasillo.

Chica: ¿Hola?
Chica2: (asomándose a su puerta, la última de este pasillo interminable) Hola. ¿Qué tal?

Chica no contesta. Entra como ausente en la habitación de esta última, que se ha sentado frente al ordenador, y deja su bolso en el suelo. En la habitación, humo de incienso se mezcla con el del tabaco y sale por la ventana, alta en la pared, bajo la que se encuentra la cama naranja en la que se deja caer ella.

Chica: Se acabó. Mañana empiezo todo. Mañana me siento a estudiar. Mañana vuelvo a ir a correr. Mañana duermo y pongo los apuntes al día. Mañana...
Chica2: (riendo ante un mensaje antes oido ya) ¿Y hoy?
Chica: Hoy es domingo. Los domingos la gente se viste y pasea. Hoy sólo tengo que ordenar todo lo que llevo en este bolso y entonces sabré por donde empezar mañana.
Chica2: (Mirando la pantalla del ordenador) Dúchate anda, hueles mal.

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¡PUES HOY RETOMO MI CORTO QUE ABANDONÉ EN NAVIDADES CASI CASI TERMINADO!

Tengo ganas de hacerlo. No es tan malo como creía en Diciembre, sólo que me cansé de leerlo y leerlo y leerlo y ya todo me sonaba viciado y pésimo.

...Ese corto que surgió de mis viajes en autobús para ir a trabajar alienada todo el verano en aquel restaurante.

...

Si. De nuevo empiezo.

Basta ya de tantas noches trasnochadas pensando en no pensar para no sentirme tan mal.

Y aquí la imagen de mi historia.


........................................."Paula". Agosto 2006

[La registraré... supongo, y cuando lo haga pondré el título (y esas cosas) ya con tranquilidad.]

A ver si es verdad que me lo tomo en serio.

Hoy voy a empezar. Hoy es el comienzo del final.

martes, abril 17, 2007

'SpLeen'

GRACIAS A MI ANGEL DE LA GUARDA QUE ME MUESTRA MIS ERRORES CON TANTA DELICADEZA.
DONDE DIJE SPEEN DIGO SPLEEN.

Prólogo:
Siempre escribo sin pensar: lo primero que me viene a la cabeza. Exploto en este lugar y me parece que así ya puedo quedarme más tranquila y que no tiene más sentido que el que para mí tienen las palabras que me salen. Aquí.

Descubrimiento:
Y sin embargo me han enseñado hoy que todo lo que a mi me angustia tantas veces: esas carreras que no terminan de arranacar pensando que en otro lugar (en ninguna parte) sí estaría bien del todo, mis sueños desde una silla sin mover el culo de ella, los mil proyectos que no llegan más lejos que mis escupitajos ni son menos efímeros que el vaho de mi aliento frente a la pantalla de un ordenador... ¡ya salían en las obras de Chéjov en el siglo XIX! Él también utilizaba puntos suspensivos porque no sabían sus personajes en infintas ocasiones qué decir... y hablaban y hablaban y hablaban de sus deseos, de sus conocimientos y sus vidas dejando el tiempo pasar. Eternamente. Miraban por las ventanas y cuando tomaban decisiones, las pocas que alguna vez se tomaron de manera irracional, impulsiva, terminaban llevándoles a ningún lado...
Ha dicho el profesor: 'esto se llama SpLeen'.
Speen. Spine? Spin? Spleen.
Y he escrito en mi mano:
'Las casualidades'. 'La huída'.

Pedantería:
No voy a ponerme a divagar sobre Chéjov, entre otras cosas porque no sé tanto como para extenderme en su pensamiento o en su obra. Sólo sé que su teatro hasta hace poco me había parecido bastante aburrido
(...y sin embargo en el subtexto aparecen mis miedos y soledades...!!)
[Como me ocurrió hace unos días al conocer algo más sobre todo lo que conllevaba la obra de Bergman y su pensamiento sobre la muerte, el sentido de la vida... y sin embargo en la forma es tan "ABURRIDO"... ]


Casualidades:
Y por otro lado, también él en su teatro, miraba las casualidades que a mi me admiran. Las coincidencias que ajenas a nosotros nos llevan a tomar unas decisiones y no otras; a las cosas hechas y dichas en el momento adecuado y a los momentos adecuados en que se dejan pasar las cosas que deberían haberse dicho o hecho...
(¿Por qué justo me da por mirar al techo en el justo momento en que una cucaracha andaba por él, cuando nunca me da por mirar al techo, haciéndonos ver lo previsible, que teníamos una plaga en casa? Si no la hubiera visto no lo hubiéramos sabido, no hubiéramos estado toda una mañana fuera de casa, no hubiera ido al médico y no hubiera escuchado la historia de la anciana que iba detrás de mi en la cola que contaba cómo se habían ido muriendo su marido, sus hijos... haciéndome pensar en infinitas cosas mientras esperaba...etc, etc)

Descubrimiento II:
De pronto soy más consciente de que estos sentimientos son tan antiguos como la historia... ¿Y cómo conseguir derrotar este 'SpLeen' si apenas tengo fuerzas para decir su nombre? No puedo exprimir más el día porque el día acabaría por exprimir en exceso mis sesos.
Y mil pensamientos mueren en la nada convertidos en sombras...

Al menos ellos supieron plasmarlo en papel o en película.
Pasa el tiempo pero no sé hasta que punto no es en exceso.

Derrota:
¿Seré capaz algún día de dejar de sentir el 'SpLeen' en mis propias carnes? Es decir, tengo la sensación de que no va llegar nunca ese día en que sean unos personajes que yo imagine quienes hablen de esta sensación que ya me será ajena.
¿Y si el 'SpLeen' es como la solitaria que siempre pide más y más y más y más!!!!!!!!!?





Victoria:
Me dicen que moriré con unos 50, de estrés, como siga así.
Chéjov empezó con 20 a escribir. Murió con 44.
Pilar Miró empezó con unos 20 a dirigir en lo suyo. Murió con poco más de 50.
Bergman sigue vivo... pero es Sueco.
Ya tengo 21 y sigo limpiando el vaho de la pantalla de mi ordenador... por lo menos estoy ganándole la batalla a la muerte (prematura).

Epílogo:
He vuelto a escribir sin una estructura, sin pensar previamente qué quería decir.
El viernes mi profesora de interpretación me decía que debía madurar... igual ya va siendo hora de asentar el remolino que tengo por la cabeza e incluso tener también un orden para escribir...
¡Qué sé yo! Yo no sé nada.
Por ahora no pasa nada. Nunca pasa nada.
Sólo el tiempo.




Time is ticking out, yeah.

lunes, abril 16, 2007

a.m (o ellas o yo)



4 a.m.
No puedo dormir. ¿Y hoy por qué?

Símplemente por el hecho de que mi casa está llena de cucarachas escondidas por las tuberías y yo siento que en cuanto cierre los ojos caminarán bajo mi colchón y todo cosquilleo me despierta asustada y me hace levantar las sábanas de golpe con el corazón en un puño temiendo encontrarme un bicho negro que me roza con sus infinitas patas.
Tengo el oído agudizado y todo 'click' me parece un pasito.
Y el baño huele a cucaracha y sé que hay un nido de huevos tras las tuberías de la taza o del bidé. Lo sé! Lo huelo.
El desagüe de la ducha estaba atascado pero con un líquido hoy he matado todo. TODO.
Y temo abrir cualquier armario por si acaso.
El miércoles había una, de día, en el techo de mi habitación y desde entonces no entro en una habitación sin encender antes la luz y esperar un rato a que desaparezcan y pienso que podría caer una de las alturas en mi pelo y enredarse en él y sentir la agonía de ese bicho duro ahogándose en mi cabeza...

Puedo volverme loca si sigo un día más así. Nunca creí que pudiera tener una fobia tan grande (sabía que me pasaba con las arañas. Un pequeño trauma.)

Mañana viene un hombre a exterminarlas a todas. Siempre imagino a un fumigador de insecticida como el tipo raro que iba a matar la plaga de cucarachas en 'Men in Black' y era poseído por un extraterrestre, pero imagínense que de pronto llega un chico joven y atractivo que se dedica a eso... ¿Sería capaz de enamorarme de una persona que vive rodeada de ellas, que las toca y las busca? Después de todo es como el Hitler de las alimañas negras y nocturnas (nocturnas como yo)... Qué asco! qué asco!! No. No podría.

Los exterminadores de cucarachas nunca fueron jóvenes. Ellos nacieron de un huevo, como ellas, y ya peinaban canas.
No. Nunca fueron jóvenes.
Quizá nacieron casi muertos y por eso todos viven en granjas de madera perdidas en el campo, con sus polvos y sus pistolas fumigadoras y sus bombonas llenas de líquidos rosas y tóxicos...
matando lo que a ellos no les importa tener en el granero de sus casas.
Porque ya nacieron viejos. Ellos nacieron de un huevo marrón y alargado que se abría por un costado.

Sí, sí, como en 'Men in Black': muertos por dentro.

O ellas o yo. Aquí no hay sitio para todas.
Y yo puedo volverme loca.


across the night

lunes, abril 09, 2007

Ok! Shoot (1)

Comes y nada sacia tu hambre que es hambre de nada. Bebes y el vaso se llena de espuma que es espuma de inocencia. Mi cordura llega al cielo mientras el ruido perturba este día
Y cuesta respirar.
Respiras y el aire es humo de olvido que es el olvido de la muerte que persigue mis mañanas esquivas. Duermes y las calles se tragan tus sueños que son sueños diurnos, que de noche los ojos velan asustados.

Correr. Correr.
Correr camino adelante
Recto. Ajeno. Seco.
Y dejar que los pies dirijan
el rumbo de tus lágrimas.
Comer. Beber.
Y encontrar el final del mundo
en el precipicio.
Correr. Correr.




Oh no, your heart is broken- well, you can have what's left of mine
[...]
I drift off to sleep, while the snow falls on the screen

lunes, abril 02, 2007

Habitación 312

La luz no le deja- ba dor- mir. Al llegar había olvi- dado bajar las per- sianas. Estaba desnuda sobre la cama, la ropa por el suelo. Cogió una camiseta fina que colgaba de la silla donde la ropa se había ido amontonando durante los días que llevaba ocupando aquella solitaria habitación y se la puso. Se sentó sobre el bordillo de su cama y se frotó los ojos, la frente, el pensamiento... se atusó el pelo seco y despeinado por el humo. Con esfuerzo se puso de pie y abrió las ventanas. Entraba el sol del mediodía (supuso) aunque en realidad no sabía qué hora era.
Volvió a tumbarse sobre la cama que tan solo conservaba las sábanas. El resto de mantas moría junto a las ropas sobre el suelo esparcidas alrededor del colchón.
Respiró hondo. No podía seguir así. La compañía de las noches madrugaba en una absoluta soledad con forma de despojos que sólo se veían al brillar fuerte el sol muy entrado ya el día. Le dolía la cabeza. Sentía la piel diez años más vieja que la tarde anterior, llena de escamas que se deshacían al pasar la mano sobre ellas. Miró hacia la derecha tumbada boca arriba harta de observar sólo las formas de la lámpara barata del hotel. Sobre la butaca que acompañaba al aparador un sujetador de encaje barato semitransparente y lleno de finas motitas negras colgaba abandonado. La camisa seguía el camino del aparador lleno de restos de botellas y vasos mediovacíos y hielo derretido que dejaba marca sobre el falso mármol, hasta la cama. Blanca. De seda. Camisas elegantes para ser quitadas con un simple movimiento rápido de muñeca. La tela que con tanto detalle se había puesto para aquella noche no era a los ojos que la habían mirado sino un simple retal para guardar el pudor.
Si levantaba la pierna en esa postura podía verla reflejada en el espejo que colgaba sobre ese aparador repleto de restos y colillas quemadas, pero era demasiado esfuerzo el levantar la pierna ahora.
...Anoche los tacones eran la prolongación de sus pantorrillas...
Trató de recordar, de hacer memoria sobre todo lo que había ocurrido durante la noche. Recordaba canciones y bailes, la orquesta tocando sin parar, sus piernas vivas y risas, muchas risas y risas y carcajadas a su alrededor. Giros, vueltas, bocas que hablaban y a las que ella contestaba, caras que la miraban, caras conocidas borradas por el humo, la oscuridad y el alcohol. Y en medio de su danza desaparecía la noche y sólo recordaba unos labios y unos ojos bajo aquel sombrero. Unos labios y el aliento que se mezclaba con el suyo insistentemente dejando la música en un segundo plano. Después, el sonido al cerrarse de la puerta de su habitación antes solitaria. Creía recordar haber puesto un disco en la gramola, pero ahora ya estaba quieta. Y la fiesta había seguido en compañía de otra alma que disfrutaba de la paz que dan las noches en vela, en aquella habitación que sólo entonces había tenido vida, hasta que la madrugada (o la mañana, quién sabe) había podido con sus ojos y la habían dormido.
Pero ya había amanecido y la luz le dolía ahora. A su izquierda no había marcas de hombros anchos que la hubieran abarcado, ni un poco de calor perdido en forma de hoyo entre las sábanas. No había un simple cabello abandonado sobre la almohada. Las ropas que se arrastraban sólo eran de mujer y tan solo los restos de vida (de muerte) tenían la marca de sus labios en un vaso ancho y bajo a medio acabar junto a otro vacío que le hacía compañía. Era el único resto de amor de una noche que no recordaba y aquello le hizo sentirse vacía y de nuevo sola en medio de un mundo que le abrumaba. La felicidad, pensaba, es tan efímera que no merece la pena recordarla pero ojalá pudiera ser consciente ahora de lo que anoche me hacía sentirme viva...

Le costaba respirar. En el armario de detrás de la cama una puerta corredera lacada y con rejilla escondía la razón de su estancia en aquel hotel: el maletín lleno de hojas que resumía la conferencia que daría aquel día en aquella ciudad. Ella, que cumplía con el modelo de persona cuerda, seria, inteligente, trabajadora... La mujer que daba conferencias, tenía una reputación y ganaba dinero... se sentía tan sola, tan tremendamente abandonada, que no podía hacer llegar el aire a sus pulmones. Última vez que bebo, pensó. Se estiró en el colchón y palpó el hueco que había junto a ella buscando la imagen que no podía recordar de alguien que le acompañó en un momento de éxtasis y al no encontrar más que el frío de su propia sombra se encogió sobre sí misma, acurrucada, y con los ojos abiertos pensó en que podría morir en ese momento que pasarían muchas horas hasta que alguien la encontrara.

Se incorporó, sentada, miró por su ventana y se cogió las rodillas ataviada con aquella fina camiseta rosa de algodón que había encontrado sobre la silla. ............................................................. Suspiró y tan sólo miró por la ventana.

...'Qué buen día hace'...

Y en su cabeza insistente esta canción, mientras su corazón duro y frío (eternamente) miraba a la nada.

...Il Me Parle Tout Bas / Je Vois La Vie En Rose...