
La primera vez que vine, con uso de razón, a Madrid, nos escapamos las amigas a esta calle mirando hacia arriba en todo momento. Boquiabiertas la recorrimos alucinando con la altura de los edificios, su majestuosidad, las esculturas que los coronaban y la cantidad de cines y cines y cines que había y teatros y tiendas y carteles enormes cubriendo andamios. Yo lo único que no quería era que se perdiera la magia que desprendía por mucho que fuera a pasar por allí cientos de veces en el futuro.
No ví ni un famoso ni una puta.
Casi cuatro años después de aquella experiencia, me alojo estos días junto a ella.
Nada más salir del metro en Plaza España con la maleta (llena de jerseys inútiles que una chica norteña mete 'porsiacaso' en su equipaje olvidándose de que no en todas partes el verano, por llamarlo de alguna manera, es una mierda) respiré el olor idéntico que había dejado aquí en Junio. ¿Sabeis a que me refiero? Siempre sucede que cada lugar o situación o época que has vivido la has percibido por todos tus sentidos sin apenas darte cuenta de que no sólo actúan ojos y oído, y de repente, un día sin venir a cuento, aparece aquel olor que habías olvidado y que te trae muchísimas imágenes y emociones a la memoria... y es un momento fantástico que te hace sonreír (casi siempre) por ver con nostalgia cómo pasa el tiempo.
Cogí mi maleta y decidí subir por Gran Vía con ella: No podía ser una entrada más triunfal para mi regreso a Madrid.
2. EL COMIENZO DE 'MI VIDA ADULTA': EL SUPERMERCADO; LA GENTE; GRAN VIA.
Me harto así mismo de las chicas andando por ésta mirando los escaparates y bebiendo café o 'frapuccinos' del Starbucks, totalmente manipuladas por ese arma de destrucción masiva visual en el que seguramente acabe trabajando de alguna manera u otra yo...
Y claro, una cosa es amar la Gran Vía y otra bajar su estatus al nivel de 'calle', así que al volver del Día
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Día: definición:
1.Supermercado donde no te regalan la comida porque entonces sería como ir a un comedor de la beneficiencia y la gente de bien se negaría a dejarse caer por allí.
2.Lugar donde en vez de pesarte la fruta que compras, te la machacan contra el peso y te la lanzan a mala hostia contra el final de la cinta que ha llegado ya hasta la máquina lectora de códigos de barras, tras la cual una mujer (que puede ser a/española con muy mal leche o b/sudamericana que se toma la vida con excesiva calma) te mirará siempre con cara de pocos amigos o no se enterará de lo que hace demasiado, te pedirá la tarjeta cliente con voz automatizada y te exigirá los 2 céntimos que te faltan para completar el precio de tu compra de 12'03€.
3.Paraíso estudiantil y post-jubilación para poder llegar a fin de mes sin dejar de comer ni asearse un sólo día (de ahí su nombre... quizá)
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cargada de papel higiénico decidí esquivarla por la calle paralela, pues subir por ella cruzándome con las faldas de vuelo y tacones de varios centímetros camuflando famélicos cuerpos escudados tras enormes gafas de sol sujetando esos vasos de Starbucks y pasar junto a las bombillas siempre encendidas de los musicales de moda, era perder encanto. Y no, por ahí no pasé.
En esta jungla humana que habita una ciudad tan grande y cosmopolita (y que estoy analizando en mis viajes en busca de pisos y algo de lechuga y pechuga de

Sí, aquí, porque claro, yo estaba acostumbrada a las abuelas de pueblo curtidas, envueltas en laca y con sombras azules en los párpados cuando van a misa que quedan todas las tardes para jugar a las cartas o al bingo o a las otras, a las abuelas de ciudad 'menor' que van siempre muy arregladas y copan todas las terrazas de verano`para comerse su chocolate o su helado de mantecado con lo que les dan los pisos que realquilan y la jubilación, pero nunca había visto a una anciana de una gran ciudad, y me impresionan. Muchísimo. Siempre.
Son mujeres que van como encogidas, tanto que algunas tienen una joroba mayor que su consumido cuerpo. No se arreglan nada y son delgaditas y parece que están malnutridas. Llevan el pelo sin teñir y la laca es un lujo para sus escasos ingresos. Parece que están desconcertadas con todo el ruido que les rodea, con el ritmo que lleva el centro donde viven. Tienen monederos de los de 'click' y andan despacito. No sé si saldrán de casa demasiado, pero siempre que me cruzo con alguna de ellas (casi siempre en los entornos de algún supermercado descuento de estos) me producen una 'infinita tristeza'.

Eso sí, hay otras muchas algo más jóvenes que se creen que por haber vivido más tienen derecho a pasar por encima de todo y todos y tienen cara de mala hostia continua, y se enfadan porque tú sigues siendo joven y guapa y ellas ya no lo serán nunca más. (En el sector masculino estas últimas suelen ser hombres con bigotillo cortado a tijera que echan la culpa de todo, hasta de que no se televise un partido de futbol, a los socialistashijosdeputa). Son lo que viene a llamarse coloquialmente 'putos-viejos'.
Pero lo peor, las que más odio de entre todas las mujeres, son las cuarentonas amargadas que hay en todas las ciudades pueblos y calles del mundo, lo que pasa que te empiezas a dar cuenta de que existen cuando eres tu el blanco de sus iras. Son la generación anterior a esas 'putasviejas' que antes he nombrado: Inaguantables, feas, amargadas, malfolladas y reprimidas. Infelices de no haber conseguido en la vida lo que querían pretenden que las personas jóvenes no disfruten porque ellas no pudieron. Son las típicas mujeres que no dejan que nadie se les cuele en ningún lado, que defienden sus cupones de oferta del 10% de desuento en una lata de cocacola con uñas y dientes, que protestan en el metro si con tu bolso les esás tocando un poco la pierna, que llaman a la policía en cuanto ven entrar a más de dos personas en tu piso 'por si acaso' (Que en su día a día habitan en la limpieza de sus casas adictas a la vida de las Pantojas de pacotilla que salen en la caja tonta). Te odian cuanto más mona y segura te ven en tus veinte años y te miran de arriba a abajo cuando te cruzas con ellas en la sección de congelados.
etc.
Me estoy cansando de escribir.
Bonito final cortante para un capítulo infinito...
Como en el cine, continuará.
Me voy a dar un paseo.
Subiré la Gran Vía.
P.D: volví a vivir la noche madrileña que tanto anhelaba este verano... SIN COMENTARIOS!
Mítica movida de esta mítica ciudad: 'A quién le importa lo que yo haga? A quién le importa lo que yo diga? (Yo soy así y así seguiré...)'