Estaba esperando al infumable bus nocturno para volver a casa después de una noche con una hora fantasma más de baile, cuando se me acercó en la marquesina. Poco antes, bajando Gran Vía hacia la acera de enfrente del Museo de Chicote, donde pasa mi línea de transporte a esas horas, me había fijado en él. Estaba hablando con unas putas. Me sorprendió que los góticos también gozaran de los servicios del oficio eterno.

Comenzó diciéndome que en el lugar de donde venía, el 'Dark Hole', había pasado inadvertido, que parecía que era invisible y que más vale que yo le hablaba porque ya se estaba empezando a pensar cosas raras (me vinieron a la cabeza las putas de antes, inevitablemente. Supuse que sólo era que necesitaba compañía) y directamente me clasificó a los góticos en 2 tipos: los que se creen que el mundo es una película de instituto norteamericano y los que

- El momento de la muerte es el único momento en el que la gente se acuerda de tí, en el que eres tú el centro de todo -decía más o menos al principio.
- ¿Y es por eso que vistes así? ¿Para llamar la atención del mundo? ¿Tanto necesitas que se fijen en tí?
-No...
- Pero me acabas de decir que nadie te había mirado siquiera en ese lugar [...] ¿Por eso piensas en el suicidio?
Cuando se ponía nervioso hacía un pequeño ruidito mientras pensaba en forma de 'M' aguda y a la vez que se defendía movía su pelo (negro, largo y seco) con un ligero movimiento de cabeza hacia atrás. Para variar, comencé a hacerle mi "psicoanálisis" personal. Ese que hago siempre cuando hablo con alguien pensando en qué clase de traumas infantiles le llevaron a ser como es ahora.
Era una conversación totalmente pedante y me daba vergüenza cuando el chico de al lado nos miraba con una cara de entre asco y asombro, pero después me daba igual. Puede que fueran los crucifijos que el tipo llevaba colgados al cuello, pero no podía apartar mi atención de él.
El caso es que la conversación siguió, derivó, acabó hablando de la vida eterna, las religiones ¡y hasta Sartre! Ya cuando me empezó a decir cosas sobre el existencialismo que en realidad no decían nada como "Bueno, luego es complejo enfocarlo desde el existencialismo de Sartre, porque es algo que habla sobre la existencia, no?" "Tío, me estás diciendo de qué color era el caballo blanco de Santiago" no pude ocultar que, desde un punto de vista de fuera de nuestra conversación, aquello era ya disparatado y me hacía reír (como si yo supiera demasiado sobre Sartre como para rebatirle eso también... pero vaya, pude salir: creo que él sabía aún menos).
Llegué a mi parada. Ya eran más de las 5. ¡Qué ganas de meterme bajo el edredón! "Esta es mi parada". "La mía también".
Bajamos la calle. Me dijo que había empezado a estudiar teología. "Yo hago teatro", le dije, como si no hubiese servido de muestra mi interpretación de tocahuevos que había llevado a cabo durante todo el viaje.
Yo, "Yo vivo aquí". ¨
Él, "Yo ahí enfrente."
(...Perfecto...)
"A ver si volvemos a vernos, somos vecinos. Me ha gustado hablar contigo, chica."
Y la verdad es que, después de todo, no había estado tan mal hablar con él. Surrealista, pero a mi también me había resultado curiosa la situación.
No se tienen a menudo conversaciones así un sábado a las cinco de la mañana en un autobús atestado...
"In this cruel world where hearts are bound to turn to stone, where you are so alone..."

P.D: No me convenció. Me gusta demasiado la vida... igual por eso mi ropa esa noche era verde (chillón).