lunes, enero 29, 2007

retazos de estos días II


12 horas sentada en una silla delante de la pantalla de un ordenador que ni siquiera es mío y la cabeza que va a reventar de un momento a otro.
Me ducho a las 12 de la noche de un sábado 27 de Enero.
De pronto el aire que no termina de llegar a los pulmones. Me sobra la ropa en la cama. ¿Palpita este bicho del pecho demasiado?

Después llega el Domingo. Más de 24 horas sin salir de casa.

Lo último que recuerdo antes de enclaustrarme fue una última copa de vodka a ritmo del 'dj' de turno a las 5 de la mañana del viernes 26.
¡Ya tengo 21 años!
Y los saltos y el baile y las copas y la música y las risas nocturnas sólo trataban de celebrar que sigo viva.

Se acabó. Salgo a perderme por la ciudad. 3 de la tarde de un Domingo con el cielo a la altura de un quinto piso. Me encuentro con un amigo que me invita a comer pollo asado en su casa. Rechazo la propuesta. El aire se queda parado en mitad del pecho y la cabeza palpita en las sienes. Meto quinta. Me hago invisible en las callejuelas de ‘Latin-Hill’ (o la zona que queda de la glorieta hacia arriba según salgo de mi casa): Locutorios, Maxi-Días, Kebabs y Chinos (antes también llamados Todo a Cien'). Los de Alcorcón se pondrían aquí las botas.

Serpenteando a ritmo de la música, poco a poco, me voy reencontrando a mi misma. Izquierda, derecha, curva
(a ras)... casas preciosas con ropa colgando de balcones y edificios de ladrillo acoplados a su lado en calles donde apenas entra la luz hasta que de pronto, sin quere
rlo, desemboco en la calle Orense. Dos más allá, el Bernabeu. Las callejas estrechas y llenas de humedad son ahora el Paseo de la Castellana y los edificios raídos, bancos de infinitos cristales. Los Chinos, el Corte Inglés.
Vuelve a clavarse el aire en mi corazón que
hiperventilado palpita demasiado y me ahoga.
La luz ahora me hace hasta daño en los ojos y me siento en un banco de piedra a mirar, en u
na plaza llamada 'Picasso', un "rascacielos" blanco (y, como no, con interminables ventanales) que me calma. Es raro. No sé por qué me tranquiliza... Ahí, erigido entre el cielo gris... pienso en los cientos de personas que trabajarán dentro de él en esas oficinas separadas por paneles, o la cantidad de mesas impersonales que ocuparán las plantas y lo necesario que será lo que parece su insignificante trabajo dependiendo siempre de ese jefe, yuppie de abrigo largo, en una rutina impersonal, anodina... y me calmo. ¿Por qué? ¿Porque al menos sé que esa no voy a ser yo? Porque me muero antes, supongo!
Así que me levanto.

Vuelvo a casa: debo estudiar.
Me compro la comida en un chino de vuelta
y no estudio; compongo letras de canciones (que por la noche cantaré.)

Vuelvo a casa por la noche. El micrófono d
el ensayo se tragó cada una de las notas que trataba de emitir mi garganta. Mis oídos las escuchaban dentro de mi cuerpo (No sé si alguna vez habéis tenido esa sensación), las letras de pronto me resultaban ridículas y me apetecía empezar de nuevo con todo lo hecho hasta ahora.

...

Cuando llego por la noche Penélope también se había llevado el Goya... en fin... aunque la verdad es de admirar hasta dónde ha llegado.

Hoy en el café junto a mi casa olía a sudor a las 11 de la mañana. A sudor mezclado con café y algo de aguardiente de los carajillos mañaneros. Pasaba corriendo y lloviznaba. Me ha dado tanto asco que mi mente directamente ha creado este párrafo entre zancadas. He decidido que hasta hoy este fin de semana sin escribir, que me estaba volviendo tarumba ya con tantas cosas guardadas que necesitaban explotar en este lugar

y ya me siento mejor.


Extasis inspiration. Don't mind the past

¡El 17 ya tendré ordenador!


2 comentarios:

Sachs dijo...

Hola...Muy bueno su blog..!
Hasta Pronto!

paquito_tarantino dijo...

lo siento
aunque no me puedo sentir culpable de algo que se escapa de mi control y contra lo que siempre he luchado dejandome hasta la última gota de mi.

creo que no hace falta que digamos mas cosas obvias

1bs