
12 de Febrero de 2007. "La batalla fue dura. Murió con las botas puestas."
32 horas. ¡No pido más! Qué fácil sería un día de 32 horas.
No tendría ni que correr, ni que utilizar escuadra y cartabón para planificar el resto de horas de luz que me quedan por consumir, porque ¡aún decía yo que no estaba haciendo nada de deporte! y es que no se puede. Hoy no puedo más.
7 y Media. Suena el despertador, pero anoche divagué en exceso con la cabeza bajo la almohada sobre el próximo ejercicio que haré en teatro o cómo sería nuestro primer concierto en Madrid. Las 8 ¡Ya es tarde! Autámata bajo el agua. El café es de ayer (pero necesario). Cereales con fibra. Ropas y ropas sore la cama. Piel seca (las cremas restarían 5min. de mi agenda. ¡Todo se iría al traste!). Mochila con todo lo que en ese momento recuerdo. Periódicos gratuitos de gran calidad.
Y horas de biblioteca. Clap Your Hands Say Yeah. Sonic Youth. De vez en cuando nuestro propio sonido. Comer y, en vez de relajarme, ya no soy capaz, no sé qué es eso: plancho! Me he vuelta tarumba. Vemos el tomate (nos hemos vuelto tarumbas finalmente).
Hace sol. Vuelvo a la facultad caminando. (Hace sol, qué rico...). Me encuentro con una amiga (oh, oh...) Amago de charla rápida '¿Qué tal?' pero esa media hora...Ya no imprimo. No hay iempo. Tacho esto de mi agenda mental.
Y horas de apuntes de nuevo. ¡Y la pila de mi música se acaba! pero ya son las 20:30. Perfecto. Acabé. Media hora para ir a recuperar apuntes: visita de médico. 2 carcajadas. Corro a casa. Dejo la mochila. Cojo el bolso. Ceno medio Sandwich. ¡Adiós!
Y corro al cine porque he quedado.
Bichitos que se alimentan de mi cerebro que se parte en cuatro partes y que se reparten a partes iguales.
Y entonces debo elegir cuál dejar en 'standby' por momentos o si no ocurrirá como siempre, que sólo termino por dejarme llevar por mis impulsos (carcomidos por esos gusanos) y actúo sin pensar y me rio cuando debería escuchar y escucho sólo cuando lo que oigo no me obliga a almacenar más en esta pobrecita olla a presión con agua a ebullición que parece poco útil. No hay consciencia, sólo ya supervivencia, impulsos vitales.
Ganas de descansar. Me he vuelto un animal noctuno al que le encanta andar por las calles cuando poca gente vaga por ellas ya.
Y no por eso duermo de día.
Por el día ahora sólo trato de olvidar que después de la cosecha de larvas de febrero, yo volveré a ser persona.
Por lo menos, de nuevo, Sofía Coppola ha vuelto a darme otro motivo para saber que quiero esto. Que lo quiero y que es posible. Gracias!
32 horas. ¡No pido más! Qué fácil sería un día de 32 horas.
No tendría ni que correr, ni que utilizar escuadra y cartabón para planificar el resto de horas de luz que me quedan por consumir, porque ¡aún decía yo que no estaba haciendo nada de deporte! y es que no se puede. Hoy no puedo más.
7 y Media. Suena el despertador, pero anoche divagué en exceso con la cabeza bajo la almohada sobre el próximo ejercicio que haré en teatro o cómo sería nuestro primer concierto en Madrid. Las 8 ¡Ya es tarde! Autámata bajo el agua. El café es de ayer (pero necesario). Cereales con fibra. Ropas y ropas sore la cama. Piel seca (las cremas restarían 5min. de mi agenda. ¡Todo se iría al traste!). Mochila con todo lo que en ese momento recuerdo. Periódicos gratuitos de gran calidad.

Hace sol. Vuelvo a la facultad caminando. (Hace sol, qué rico...). Me encuentro con una amiga (oh, oh...) Amago de charla rápida '¿Qué tal?' pero esa media hora...Ya no imprimo. No hay iempo. Tacho esto de mi agenda mental.
Y horas de apuntes de nuevo. ¡Y la pila de mi música se acaba! pero ya son las 20:30. Perfecto. Acabé. Media hora para ir a recuperar apuntes: visita de médico. 2 carcajadas. Corro a casa. Dejo la mochila. Cojo el bolso. Ceno medio Sandwich. ¡Adiós!
Y corro al cine porque he quedado.
Bichitos que se alimentan de mi cerebro que se parte en cuatro partes y que se reparten a partes iguales.
Y entonces debo elegir cuál dejar en 'standby' por momentos o si no ocurrirá como siempre, que sólo termino por dejarme llevar por mis impulsos (carcomidos por esos gusanos) y actúo sin pensar y me rio cuando debería escuchar y escucho sólo cuando lo que oigo no me obliga a almacenar más en esta pobrecita olla a presión con agua a ebullición que parece poco útil. No hay consciencia, sólo ya supervivencia, impulsos vitales.
Ganas de descansar. Me he vuelto un animal noctuno al que le encanta andar por las calles cuando poca gente vaga por ellas ya.
Y no por eso duermo de día.
Por el día ahora sólo trato de olvidar que después de la cosecha de larvas de febrero, yo volveré a ser persona.
Por lo menos, de nuevo, Sofía Coppola ha vuelto a darme otro motivo para saber que quiero esto. Que lo quiero y que es posible. Gracias!

ya sale el sol por el balcón/ vasos, cucharas/ romper un silencio así ya tiene perdón
No hay comentarios:
Publicar un comentario