domingo, marzo 04, 2007

Berlín...


9 días en Berlín dan para menos de lo que creía.
El viento que entraba por todas las grandes esquinas de esas interminables avenidas nos dieron su más frío recibimiento. De pronto la URSS no había desaparecido, la gente se había recluído en sus casa de alguno de los barrios que las tuviera (porque hasta entonces tan solo veíamos embajadas, edificios de piedra y cuadriculados, plazas desérticas enormes...) y nosotros seguíamos andando, bajo tres capas de ropa, camino del Reichtag.
Pero anduvimos mucho más. En nueve días vimos por fin vida en esa ciudad. Sí, era diferente de lo que estamos acostumbrados aquí, pero nada de la bohemia que todo el mundo describía, nada de la vida alternativa de la ciudad más moderna de Europa. Creíamos que desde el primer día lo respiraríamos en cada uno de sus locales, de sus calles y pequeños comercios... y sí existía, por supuesto, pero nunca tanto como todos imaginábamos.
Berlín: Edificios derruídos junto a otros postmodernos de enormes crsitaleras cerca de un descampado donde una fábrica, en pleno centro de la ciudad, se ha convertido en discoteca. Casas de piedra sucia, preciosas, ocupadas y originalmente decoradas. Turcos que no entendían inglés pero que nos sonreían y entendían más que los arios reacios a los "españolitos tercermundistas"... y mucha fiesta, mucho buen humor, muchas amistades que descubrir y redescubrir.
Museos, Helmut Newton, rock, bares, cafés (para mi hiperactividad), Postdam, kebabs y cerveza, mucha creveza. Paseos matutinos solitarios, mercadillos, lluvia, ¡una gran congregación de punkis en nuestro albergue! enormes tiendas de segunda mano... peleas en restaurantes con alemanas judías (porque eran como Tío Gilito) y hasta un suicidio, momentos antes de coger el metro camino de vuelta al aeropuerto, vivido casi en directo.


Un gran viaje.

Tanta necesidad de desconectar... que me han dado ganas de tirar la toalla (una vez más) a la vuelta y no hacer nada. Vivir, VIAJAR!... ser feliz. Dejar de lado todo mi esfuerzo que siento caer en un pozo vacío porque no sé si va a servir de algo. Mis dias de estrés me llevan a crearme unas espectativas falsas porque pienso que todo este esfuerzo servirá algún día, tendrá una recompensa justa con todo lo que me cuesta ¡y en realidad no me está llevando a ningún lado seguro! (hasta mis más nuevos proyectos que me ilusionaban parecen tambalearse...)
No quiero volver a clase. Ahora mismo no tengo más ilusión que la que pueda tener un zapato inerte y cansado de ser usado día tras día para que otros lo pisen.

Pero bueno, pasará. Espero. Siempre se pasa. Será sólo este síndrome postvacacional inevitable.
Gran viaje. 6 grandes amigos (7 conmigo). Alguna decepción, alguna sorpresa, pero muy grandes.



¡He sido muy feliz!


long road out of here/ don't leave the light on/ I ain't comin' home

1 comentario:

Amhailt dijo...

Muchas veces me siento como tu, cansado, y con ganas de que algo termine. Luego, simplemente sale el sol un dia, me da en la cara y todo cobra sentido de nuevo.

Me das mucha envidia, hace casi un año ya que no me voy de viaje y las botas ya me estan reclamando algo de atención.