domingo, julio 23, 2006

Ruta 66. 1ª etapa



Han pasado ya 4 días desde que volví a casa, y la pereza de escribir en verano... y los problemas al robarle el wifi al vecino... pero hoy es el último día de plazo para contar a tiempo mi viaje. Espero no resultar pesada. De hecho, lo he condensado demasiado...

He descubierto que esta soy yo. Que amo demasiado LA VIDA, mis viajes, mis momentos de independencia!! y que, a pesar de todo, los necesito para sentirme bien. Vaya! Sólo viviremos una vez y esa es una gan putada (pero muy grande, si te paras a pensar); sólo tenemos unos años "buenos" para disfrutarlos al máximo: ¡Llamenme hedonista o egoísta! pero quiero expriMirlos al máximo y de esta manera he sentido que tachaba otro objetivo de mi lista de 'cosas a llevar a cabo a lo largo de mi vida' y mi juventud. (Y aun quedan demasiadas en espera, no crean).

No sé, más experiencias que enseñan más que los libros (y las ingenierías y esas cosas...).

Hace poco un antiguo maestro que de tonto no tiene un pelo ( de hecho la última vez que le ví estaba algo más calvo) escribía sobre esto mismo unas metáforas... que realmente describían lo que he recuperado viajando sola.

Llegué a Barcelona con una hora de retraso. Había atasco en la entrada a la ciudad, de manera que así pude dormir una hora más para compensar esas horas en las que durante la noche había sido incapaz de cerrar los ojos. Desesperada a eso de las 4 de la madrugada me puse "El crepúsculo de los dioses" para hacer tiempo... pero ni la veía ni me dormía. ¡Me mata el ser consciente de que no voy a descansar lo suficiente!
Bajé del autobús y 'la bofetada de calor' no fue bofetada que sí abrazo: no pude desprenderme de esta sensación ni siquiera debajo de la ducha.

De manera que ya estaba en Barcelona y sola... una gran ciudad para recorrer, perderme en la muchedumbre y fotografiar sus recovecos.
Al bajarme del metro en Diagonal y caminar con toda la manada hacia el cercanías, una mujer negra cantaba, acompañada de una guitarra que tocaba otro hombre a su lado, "My way" de Frank Sinatra. Sonreí. Estas casualidades me encantan. ¿Existía alguna canción mejor para definir el objetivo de mi viaje?

Había comenzado la primera etapa de mi "ruta 66 (particular)".

Tres días en los que conocí a un bailarín de donuts "bambolinos" que saltaba por la arena dura de esa playa (si se le puede llamar así) sin que se le cayera ni uno solo de sus bollos sobre la gente tirada en sus toallas, en los que crucé miradas de simpatía con un arlequín que se paseaba por los pasillos de congelados del Día del Raval y pagaba con las monedas que sacaba de su maletín ajado la compra (y con el que me dio tanta vergüenza entablar una conversación que sólo me atreví a decirle un "Hasta luego!" gritado desde la otra acera cuando él se dio cuenta que no me acercaría yo a hablarle. Pero era el primer día...). Ví muchas exposiciones y me perdí durante horas y horas entre carátulas de vinilos y músicas dadaístas (lo juro que también las había) en el MACBA,
y paseé y paseé y seguí paseando hasta
que las sandalias se clavaron en mis pobres dedos gordos del pie, y descubrí muchos bares que había imaginado antes de llegar a la ciudad, con esas terrazas abiertas, pequeñitos y con ventiladores de madera en el techo donde tomarte una buena cerveza y dejar correr el tiempo a mi ritmo...
También descubrí el glamour de Marilyn, intenté entender los subtitulos catalanes de videos en francés (buf!) y me perdíííííííí.....................................
En unos días incríbles
de soledad compartida
y libertad!!

Yo y mi cámara. Mi cámara y mi confianza en ella, y en las fotos que puede sacar, que crece. Y crece tanto que incluso recibí una charlita de un dependiente por robarle una imagen de su tienda. Pero todo me parecía bonito. Poco había que pudiera deshacer ese "aura" donde me había metido y era feliz.

Pueblerina al entrar en el Hard Rock rodeada de guiris. Como una pulguita entre las enormes tallas de las tiendas de segunda mano que encontré. Marginal en la playa rodeada de grupos de jóvenes.

Y me quedé más horas de las que pensaba en un princicpio! así que cuando llegué a mi ciudad de madrugada, de vuelta, tuve que esperar sentada en un bordillo entre la estación y el pueblo por no tener un coche que me llevara de nuevo a casa.



Vi amanecer,
y aunque tenía frío y ya no era Barcelona, el recuerdo del viaje me daba fuerzas para seguir sonriendo a pesar de todo.


I did it my way

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo siempre quise viajar solo, irme a Roma o a Londres unos días sin que nadie me moleste, a veces necesito estar solo y por una ciudad que no conozco no sé por qué pero tengo la sensación de que crecería interiormente...nunca me atreví a hacerlo. Has viajado sola?

nina olvido dijo...

Sí. sola!
A veces es necesario...
No atreverte? Quizá el primer día te sientas un poco solitario y con poca confianza... quizá...

Pero para todo siempre habrá una primera vez!