Siempre aparecen puertas, puertas que atravieso, portales de los que salgo, como un símbolo unido a la violencia que descargo sobre él y corro. No hay sonido. Escucho, tras las puertas insonorizadas mientras canto separada de todo el mundo, cómo él ha llegado corriendo con sus zancadas mudas y la ha cogido por los pelos. Veo en sus ojos la furia del que está fuera de sí, del que ha sido lobotomizado y no oye más allá de su propia voz repulsiva y monótona que ya no habla si no es para llamarla en mi silencio a través de los cristales todo lo que nunca dirías a una persona a la que quieres. Levanta la mano, ella llora y grita no. Pone las manos sobre su cara mojada por las lágrimas para que no pueda ver sus ojos asustados, para conservar la poca dignidad que le queda tirada en el suelo mientras él le sujeta de los pelos y ella trata de evitar el golpe colocando como escudo estas frágiles manos manchadas por el rimmel corrido con tanto miedo acumulado en sus pupilas. Él levanta la mano, coge la fuerza del aire desde el ángulo más obtuso posible sobre su cabeza, la baja con ira, aprieta los

Y salgo y atravieso la puerta de cristales corriendo. El mundo va más lento, mi sueño ahora va a cámara lenta y mis zancadas son muy largas, eternas y le persigo, y una amiga aparece subiendo una cuesta desde la otra punta de esa plaza a donde hemos salido y también le persigue gritando improperios, queriendo matarle con las palabras que no son capaces de acabar con semejante monstruo.
Y le alcanzamos y le empezamos a golpear duramente. Sangra. Mis puñetazos que normalmente nunca llegan a darse, que se desvanecen antes de llegar a su destino, esta vez duelen, hieren, quieren matarle. Y cuando ya parece que el 'criminal' está recibiendo lo que se merece por herir a quien más quiere, aparece ella corriendo tras nosotras diciendo no, llorando que no es lo que parece, implorando que no le hagamos daño. Y la miramos y ella se agacha junto a su verdugo y le abraza la cabeza como una Piedad y llorando nos recrimina que qué hemos hecho y le dice mi amor mi amor mi amor.
Sin palabras observan la escena los músicos mudos que tocaban en el portal de al lado al que yo estaba.
Y de pronto es como si yo me quedara parada y el mundo se alejara de mi. Todo pasa rápido y yo no me muevo y miro mis puños que también han hecho daño sin entender por qué ella se comporta así, por qué yo me he comportado así, por qué las cosas están tan mal que he tenido que llegar a estos extremos...
Y me despierto agitada y al día siguiente vuelvo a atravesar umbrales de puertas y cuando trato de defenderla a ella, cuando trato de demostrarle que necesita resucitar, ella responde que no entiendo nada, que no es lo que parece.
Nunca es lo que parece, son sólo sueños que no llevan a ningún lado, que no tienen importancia para nadie, pero que yo sé por qué suceden y me angustia ver el final de algo que todavía, parece ser, no ha sucedido.

...and you can swear... and love... and hate (but just another motel).
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