sábado, abril 29, 2006

Vuelvo en 5 minutos...



He construido una catapulta y me he lanzado al espacio exterior.

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El agujero del techo lo hice con la cabeza. La luz provenía de las luces de neon que coronaban el edificio en forma de anuncio luminoso.
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He salido volando y creo que tardaré en volver. No sé cuánto, pero la inercia me trerá de vuelta en algún momento.

Una vez leí que un ruso también quiso salir volando de las paredes que le imponía la URSS. Animado por todo aquello que veía en las noticias sobre cohetes que atravesaban la atmósfera, perros que pasaban cerca de las estrellas, ¡hombres que flotaban en sus naves!, se encerró en su habitación, bloqueó la puerta con tablones para que nadie pudiera pasar a la pista de lanzamiento y con los muelles de su cama, unos cuantos trapos y las gomas que encontró en el camino al encierro, construyó su propia lanzadera.
Creo que no volvió.

El agujero fue grande.
El vacio que dejó en su casa todavía mayor.

Yo prometo que el casco me salvó de olvidar cual era el camino de vuelta.

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